lunes, 27 de diciembre de 2010

Mi nada

Ya tenía tiempo sin escribir con la mente clara, a decir verdad, me he limitado a expresar ideas superficiales que surgieron con algunos de mis trabajos escolares, ya van varias veces que me siento frente al monitor y tecleo sólo babosadas que termino por dejar ahí, guardadas; tengo un montón de cosas en mi cabeza, la gran mayoría están en desorden y revolotean como mariposas atraídas a una lámpara, torpes y sin rumbo.
Cuando entré a la carrera un profesor nos dijo: "con el paso del tiempo se darán cuenta de que han cambiado, sus mentes no funcionarán igual que el día de hoy, mucho menos concordarán con las ideas de aquellos que los rodean, aún menos con sus padres...", no le creí.
Hoy me encuentro en un momento extraño, sé que ya no soy la misma que inició el primer semestre de Comunicación ni soy quién creo ser. Ya no hablo como antes, pero sigo sin callarme; a veces soy partícipe de conversaciones dignas del capitán Obvio - pero son mías -, y quiera o no, expresan ideas; qué chistoso sería el no decir nada, digo, estaría muy vacío el tiempo, no habría algo que lo rellenase; solía ver las noticias y pensar "aah, qué mal que haya pasado eso... uuf, que bueno que encontraron a fulanito..." y ahora cada que veo el noticiero me pongo a hablar como perico: critico, doy mi punto vista, pongo en duda hasta si el cabello del presentador es verdadero; no pienso al reaccionar ante situaciones difíciles, ¡NO, analizo! A veces es molesto por que me "pongo lenta" y sólo le doy vuelta a las cosas; aún en estos días - y qué hipócrita me siento al decirlo - si me quedase completamente callada o sin ver las cosas desde otros puntos de vista, sentiría una presión constante de dar buenos - tal vez, vanos - deseos a los demás, sonreírles a la cara, darles un abrazo: ¡Feliz Navidad! ¡Que tengas amor!... ¿Que tengas amor? Claro, no se me ocurrió nada más... antes no era así, me importaba un comino si no decía nada, me nacía decirle a la gente que le deseaba lo mejor, ¿a mí que me afectaba si el señor que presenta el clima usa peluquín o si estaba la guerra en aquél país que jamás visitaré?, ¿a mí qué? ¡A mí nada! Y claro, ahora les molesta a mis padres que ese "nada" me importe, tanto así que lo consideran "subversivo"... ¡BAH! El profesor tenía razón.
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Ayer escuché una conversación entre familiares, recordaron sucesos de años atrás, de cuando celebrábamos estas fechas con gusto y estábamos juntitos - no es que nos hayamos separado, simplemente "los tiempos cambian"... nosotros cambiamos -, hablaban de las costumbres, de unos tíos, que si falta el dinero, incluso de lo mal que cocinaba fulanita; pláticas sin rumbo que hablan de nada, de ésas que empiezan con el clima y terminan en fotos añejas. Yo también puedo contar esos recuerdos, eran días felices - no lo niego -, todos los primos nos juntábamos en casa de mi abuelita a poner el árbol de navidad, el nacimiento, los demás adornos; ayudábamos en la cocina, de la cual emanaba un olor agradable a la nariz, un lugar que siempre estaba lleno de comida deliciosa; organizábamos un intercambio y juegos para la noche del día veinticuatro; llegaba el momento de festejar la Navidad y lo disfrutábamos, todos sentados en la sala, alrededor de la mesa de centro... pero mi abuelita enfermó, dejamos de acudir como en aquél entonces, la Noche Buena ya no huele a pan casero y pierna rellena, mucho menos tiene un árbol ardonado - es más, ni árbol ponemos -, todo a lo que nos acostumbró mi "abue" desapareció, porque desde hace siete años ella está en cama, y en eso ya nadie se fija.
¡Ufff, ni hablar de la casa de mis tías! Allá se ponía un nacimiento que cubría la mitad del patio más grande, los chiquillos corríamos por todos lados jalando luces y poniendo adornos, los perros nos perseguían mientras ladraban para juguetear con nosotros. Mis tías hacían la cena - toda la tarde permanecían en la cocina -, el comedor se llenaba de platos y adornos florales en cada punta de la mesa, mi abuelito acomodaba el nacimiento para contemplarlo desde su mecedora... pero él enfermó, pasamos dos años seguidos en la sala de urgencias de un hospital, ahí acomodábamos nuestras cosas para celebrar la Navidad, inclusive dormíamos en ese lugar, sobre todo porque el día veinticinco era su santo - mí Salvador -... hasta un día veintiséis en el que mi abuelito decidió irse. Hace diez años que cambiaron las cosas, ¿lo ven?  "Los tiempos cambian".

Tampoco es que esté amargada - aunque creo que la palabra correcta es "abrumada" - por mirar al pasado y notar aquello que los demás no quieren ver - y no tendrían por qué hacerlo, cada quién sabe qué vivió o cómo fue -, pues de alguna forma tengo un vacío chiquito, mi niñez fue muy cercana a esos lugares y personas, los momentos más felices del pasado están ahí, guardados entre palabras partícipes de las conversaciones que giran en torno a la nada. "Mí nada" que se compone de mil historias - además de muchas babosadas - que conforma lo que soy. Es mi todo, entre Navidades pasadas y nada.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Sunset

Me gusta ver el cielo, siempre ha sido así; ese juego de colores totalmente coordinado allá arriba y el titilante destello de las luces de la ciudad acá abajo.

El año se va y sigo adormilada esperando a que inicie todo lo que tenga que iniciar, sólo observo y no sé más nada del tiempo. Cada que volteo hacia arriba me calmo, es un espectáculo pacífico, será que es el único momento del día que todo parece estar en orden... ¿no creen?, ¿o nunca se dan ese placer de ver el atardecer?