Cualquier rincón del templo humano se encuentra cargado por nociones externas de los sentidos; pero en el arte amar no existen reglas para discernir con conciencia las reacciones de nuestro cuerpo:
Entumecidos ojos y perplejos labios los que se reflejaban en el fuego. Un inminente e insaciable pudor del espejo, el que daba razones para las inoloras caricias de tu sexo; esa magnífica vista de tus manos, la guía inalcanzable de tu olfato.
La descripción perfecta del indebido experto poseedor del deseo carnal, aquél que degusta lo más íntimo de tu ser. El compás y el ritmo del acto es juzgado por el espectador, debutante y orador en cuestión. Aquí cada quién siente distinto el placer.
Saludos :) !
Entumecidos ojos y perplejos labios los que se reflejaban en el fuego. Un inminente e insaciable pudor del espejo, el que daba razones para las inoloras caricias de tu sexo; esa magnífica vista de tus manos, la guía inalcanzable de tu olfato.
La descripción perfecta del indebido experto poseedor del deseo carnal, aquél que degusta lo más íntimo de tu ser. El compás y el ritmo del acto es juzgado por el espectador, debutante y orador en cuestión. Aquí cada quién siente distinto el placer.
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