lunes, 27 de diciembre de 2010

Mi nada

Ya tenía tiempo sin escribir con la mente clara, a decir verdad, me he limitado a expresar ideas superficiales que surgieron con algunos de mis trabajos escolares, ya van varias veces que me siento frente al monitor y tecleo sólo babosadas que termino por dejar ahí, guardadas; tengo un montón de cosas en mi cabeza, la gran mayoría están en desorden y revolotean como mariposas atraídas a una lámpara, torpes y sin rumbo.
Cuando entré a la carrera un profesor nos dijo: "con el paso del tiempo se darán cuenta de que han cambiado, sus mentes no funcionarán igual que el día de hoy, mucho menos concordarán con las ideas de aquellos que los rodean, aún menos con sus padres...", no le creí.
Hoy me encuentro en un momento extraño, sé que ya no soy la misma que inició el primer semestre de Comunicación ni soy quién creo ser. Ya no hablo como antes, pero sigo sin callarme; a veces soy partícipe de conversaciones dignas del capitán Obvio - pero son mías -, y quiera o no, expresan ideas; qué chistoso sería el no decir nada, digo, estaría muy vacío el tiempo, no habría algo que lo rellenase; solía ver las noticias y pensar "aah, qué mal que haya pasado eso... uuf, que bueno que encontraron a fulanito..." y ahora cada que veo el noticiero me pongo a hablar como perico: critico, doy mi punto vista, pongo en duda hasta si el cabello del presentador es verdadero; no pienso al reaccionar ante situaciones difíciles, ¡NO, analizo! A veces es molesto por que me "pongo lenta" y sólo le doy vuelta a las cosas; aún en estos días - y qué hipócrita me siento al decirlo - si me quedase completamente callada o sin ver las cosas desde otros puntos de vista, sentiría una presión constante de dar buenos - tal vez, vanos - deseos a los demás, sonreírles a la cara, darles un abrazo: ¡Feliz Navidad! ¡Que tengas amor!... ¿Que tengas amor? Claro, no se me ocurrió nada más... antes no era así, me importaba un comino si no decía nada, me nacía decirle a la gente que le deseaba lo mejor, ¿a mí que me afectaba si el señor que presenta el clima usa peluquín o si estaba la guerra en aquél país que jamás visitaré?, ¿a mí qué? ¡A mí nada! Y claro, ahora les molesta a mis padres que ese "nada" me importe, tanto así que lo consideran "subversivo"... ¡BAH! El profesor tenía razón.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Ayer escuché una conversación entre familiares, recordaron sucesos de años atrás, de cuando celebrábamos estas fechas con gusto y estábamos juntitos - no es que nos hayamos separado, simplemente "los tiempos cambian"... nosotros cambiamos -, hablaban de las costumbres, de unos tíos, que si falta el dinero, incluso de lo mal que cocinaba fulanita; pláticas sin rumbo que hablan de nada, de ésas que empiezan con el clima y terminan en fotos añejas. Yo también puedo contar esos recuerdos, eran días felices - no lo niego -, todos los primos nos juntábamos en casa de mi abuelita a poner el árbol de navidad, el nacimiento, los demás adornos; ayudábamos en la cocina, de la cual emanaba un olor agradable a la nariz, un lugar que siempre estaba lleno de comida deliciosa; organizábamos un intercambio y juegos para la noche del día veinticuatro; llegaba el momento de festejar la Navidad y lo disfrutábamos, todos sentados en la sala, alrededor de la mesa de centro... pero mi abuelita enfermó, dejamos de acudir como en aquél entonces, la Noche Buena ya no huele a pan casero y pierna rellena, mucho menos tiene un árbol ardonado - es más, ni árbol ponemos -, todo a lo que nos acostumbró mi "abue" desapareció, porque desde hace siete años ella está en cama, y en eso ya nadie se fija.
¡Ufff, ni hablar de la casa de mis tías! Allá se ponía un nacimiento que cubría la mitad del patio más grande, los chiquillos corríamos por todos lados jalando luces y poniendo adornos, los perros nos perseguían mientras ladraban para juguetear con nosotros. Mis tías hacían la cena - toda la tarde permanecían en la cocina -, el comedor se llenaba de platos y adornos florales en cada punta de la mesa, mi abuelito acomodaba el nacimiento para contemplarlo desde su mecedora... pero él enfermó, pasamos dos años seguidos en la sala de urgencias de un hospital, ahí acomodábamos nuestras cosas para celebrar la Navidad, inclusive dormíamos en ese lugar, sobre todo porque el día veinticinco era su santo - mí Salvador -... hasta un día veintiséis en el que mi abuelito decidió irse. Hace diez años que cambiaron las cosas, ¿lo ven?  "Los tiempos cambian".

Tampoco es que esté amargada - aunque creo que la palabra correcta es "abrumada" - por mirar al pasado y notar aquello que los demás no quieren ver - y no tendrían por qué hacerlo, cada quién sabe qué vivió o cómo fue -, pues de alguna forma tengo un vacío chiquito, mi niñez fue muy cercana a esos lugares y personas, los momentos más felices del pasado están ahí, guardados entre palabras partícipes de las conversaciones que giran en torno a la nada. "Mí nada" que se compone de mil historias - además de muchas babosadas - que conforma lo que soy. Es mi todo, entre Navidades pasadas y nada.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Sunset

Me gusta ver el cielo, siempre ha sido así; ese juego de colores totalmente coordinado allá arriba y el titilante destello de las luces de la ciudad acá abajo.

El año se va y sigo adormilada esperando a que inicie todo lo que tenga que iniciar, sólo observo y no sé más nada del tiempo. Cada que volteo hacia arriba me calmo, es un espectáculo pacífico, será que es el único momento del día que todo parece estar en orden... ¿no creen?, ¿o nunca se dan ese placer de ver el atardecer?

jueves, 16 de septiembre de 2010

Mío, de nadie más

Esquivé su mirada como en otras ocasiones. Creía que si le veía directamente a los ojos él sabría de mis profundos sentimientos hacia su persona. Muchas veces lo imaginé amando mi cuerpo, deslizando la sombra lunar sobre las blancas sábanas que me arropaban. Pero, ¿qué puedo decir? Casi todas las mujeres que le conocían se rendían fácilmente a sus pies. A todas las miraba, las deseaba, menos a mí. Eran sus ojos casi negros los que me llevaban a soñarle, me ganaba el misterio de su rostro. Serio, siempre serio... ¡NO! Seductor.
Me volvía loca. Salpicaba la humedad de sus hormonas cada que pasaba frente a mí, caminaba pavoneándose, presumiendo lo que yo no tenía. Esquivé su mirada, pero me buscó. Alargó su brazo hacia mí, ¿qué pasaba? Me había visto, ¡por fin! El corazón acelerado, la empapada frente y el tartamudeo hicieron que delatara mi gusto por su cuerpo. ¡Estúpida, estúpidos y malditos nervios traicioneros!, pensé. Me lanzó una sonrisa amable, se presentó.
Esa tarde comenzó la perdición. Pasé meses encerrada en la habitación, las sábanas blancas se tornaron en piel, con su cuerpo y mi cuerpo plasmados. Ahí, la cama, era el lugar más seguro del mundo. El más bello. La piel se me palideció poco a poco, las ojeras tomaron su lugar y el peso empezó a desaparecer. Todas las tardes estaba en sus brazos, como unos jovencitos llenos de ganas y pasión. Dejé de trabajar, quería todo el día estar a su lado.
No alucinaba, era real, tan real que lastimaba cada noche el sexo. Era ardiente. Por alguna extraña razón, nunca recordaba el haber estado ahí. Pero lo sé, fue mío. MÍO. De nadie más. Sus piernas musculosas y bien formadas, sus brazos y cómodo pecho. Esos ojos, esas caricias penetrantes. Me veía, estuve con él. No es que fuera una obsesión, pero si lo dejaba ir jamás estaría conmigo nuevamente. Lo até a mi cabecera desde el primer momento que me llevó a la cama. Pronto su rostro cambió de serio a desquiciado: esquizofrénico, mi seductor.
Alivié sus miedos cada día, lo besaba, lo amaba de verdad. Hubiésemos estado juntos toda la vida de no haber sido por el olor a descomposición que emitía su cuerpo. Los vecinos pronto se alarmaron e irrumpieron en nuestro nido de amor.
¡Estúpida, estúpidos nervios traidores! Sentí la repentina necesidad de explicar nuestro amor ante las miradas horrorizadas de los espectadores.

viernes, 2 de julio de 2010

LIFE

Estas semanas he tenido muuuucho tiempo, ya estoy de vacaciones y por una razón u otra me la he pasado en casa de mi abuelita. Ahí, en la casa de mi infancia, se encuentran los libros ya abandonados que pertenecían a mis tíos. Recuerdo que de pequeña me decían "no los toques, no los bajes, no los maltrates, no los abras demasiado..." y no saben cómo ni que tanto les agradezco por esos consejos-regaños.
Me enseñaron a siempre respetar los libros, tenerles cariño y mantenerlos a salvo de las manitas destructivas de los otros niños. Dentro del gran librero de esa casa hay desde obras pertenecientes a Shakespeare hasta libros de cocina típica de lugares muy lejanos, de los que nunca-nunca querrías probar su comida.
Pero hay un libro en especial, uno grande de color rojo que siempre llamó mi atención y que nunca me dejaron ni hojear. Cada que emprendía un movimiento para llegar a él, alguien me cachaba y lo ponía más alto, ¡qué injustos eran! Mas no pudieron mantenerlo así por mucho tiempo, en unos cuantos meses me estiré para alcanzarlo. Lo abrí. Mis ojos se hacían más y más grandes con cada hoja que pasaba entre mis deditos.
LIFE es su nombre, es el compendio de lo mejor que hay de una revista norteamericana especializada en fotoperiodismo y artículos impresionantes sobre casi todos los temas. Contiene imágenes de la segunda guerra mundial, la moda de los '60, la vida diaria en los '50, etc.
Podría decirles con facilidad que es el libro más lindo que me he encontrado, a pesar de su material extraño y -en algunos casos- fuerte. Cada que lo abro me impresiono y noto más detalles que la vez anterior que estuvo en mi manos. Me encanta, de alguna forma es uno de los motivos por los que quise estudiar periodismo.
A continuación les compartiré algunas fotos de este libro, así que, ¡ahí les van!:

Foto: Moda "Top y jeans".
De: Douglas Kirkland.


Foto: Germaine Greer con su compañero mientras ve la entrevista que le realizaron por televisión.
De: Harry Benson.


Foto: La cabeza quemada de un soldado japonés en un tanque militar de E.U. durante la 2a. guerra mundial.
De: Ralph Morse.

Foto: Chica de 23 años se suicidó aventándose desde el Empire State (86 pisos), cayó encima del auto y lo destrozó.
De: Robert C. Wiles


Foto: Escopetas en Texas, una familia se defiende durante un ataque de la milicia.
De: Ralph Crane.

Foto: El vestido que no cubre.
De: Fotógrafo desconocido.

Foto: La nueva moda.
Dibujo inspirado en las obras de Aubrey Beardsley.

Foto: Costumbre familiar.
Fotógrafo desconocido.

Foto: Tolerancia.
De: Priya Ramrakha.

Foto: Conejo amaestrado que permanece en pie mientras se canta el himno nacional de E.U. en un jardín de niños.
Fotógrafo desconocido.

Foto: Doncella desdeñada.
Fotógrafo desconocido.

Foto: Un beso legendario, la felicidad después de la guerra la encarnan esta pareja formada por un marinero y una enfermera en plena calle de Nueva York.
De: Alfred Eisenstaedt.


Foto: Hitler sonríe al ver a un pequeño que probablemente sería el futuro del Nazismo.
De: Fotógrafo miembro de las tropas Nazis.


Más que impresiones, estas fotos provocan ternura, curiosidad o simpatía, tal vez algo de terror y tristeza. Sin embargo, es claro que son imágenes del tiempo que ha quedado marcado en la historia de la humanidad.
Si quieren ver más fotos pueden entrar a la página de la revista: LIFE



¡Saludos a todos!

miércoles, 23 de junio de 2010

Tengo un ratón

¿Alguna vez se ha metido un ratoncito a tu casa?

A veces tiendo a ser perfeccionista, siempre dejo ciertas cosas en un lugar específico por no se qué motivo o razón. Ustedes saben, hago una pequeña rutina al acomodar mis cosas. En las noche, cuando inicia la semana, acomodo mis vasos y lo que sea que tenga en la alacena. Limpio lo que tenga ahí, pues. Es por eso que salta a mi vista cualquier indicio de desorden- por pequeño que sea- en el mueble. Más cuando los vasos están "movidos".

Hace unas semanas encontré los vasos mal acomodados, sin embargo, no les hice caso, simplemente los puse como me gustan y ya. A los pocos días de eso, me topé con unas pequeñas marcas de harina por todo el mueble; busqué, saqué, limpié y observé que el paquete de harina tenía un agujerito en el costado. ¿Cómo era posible? ¿Lo habría comprado así? No, porque me hubiera dado cuenta antes, la harina se habría regado por todos lados. Seguí el rastro de harina que quedaba y me di cuenta que iba en dirección a los trastes. Los moví todos y no encontré nada extraño. Debo confesar que me dio 'cosa' y los lavé, ¡quién sabe qué les habría pasado!

En esa misma semana, un sábado por la mañana, noté un movimiento entre la ropa de cama que tengo guardada en el closet, por lo que quise jalarla y ver que había debajo. Bendita curiosidad que me cargo. Nada, no había nada. Me dirigí a realizar los quehaceres de casa que me correspondían ese día, cuando de pronto noté que en medio de la sala estaba paradito un ratón. Una cosita tan miniatura que hasta ternura inspiraba. Al verme, por supuesto, salió disparado abajo del sillón, el cuál quise mover para ver al animalito. Él volvió a salir disparado cuando notó el primer movimiento, ésta vez, se fue derechito al otro cuarto, donde le perdí de vista.

A lo largo de todo ese fin de semana, cada que pasaba por el cuarto donde se había escondido el ratón, me fijaba por todos lados, esperando verlo de nuevo. Era de un color gris oscuro, con colita rosada y pequeñas orejitas. Sus bigotitos casi no se notaban y sus ojitos pequeños de color negro me resultaban lindos. Pasando el tiempo, comencé a verle más seguido rondando en la cocina y cerca de la panera, siempre buscando comida sin lograr robarse nada. Me parecía tan divertido verlo correr por todos los rincones de la casa, tanto me gustaba verle que comencé a dejarle comida en algunos sitios, una tostadita por aquí, chocolate por allá y agua en una tapita por acá.

De pronto el ratón se hizo parte de mi vida, aunque se escondiera de mí cada que pasara cerca de él. Fito, mi gato, dejó de perseguirle. Sin embargo, los demás lo veían (y siguen viendo) como una plaga que deben eliminar.
De verdad sentí una afinidad por él, a tal grado que le empecé a llamar "Pepe el ratón", haciendo alusión al personaje de "Pepe el Toro", ya saben, por la famosa frase de "¡Pepe el Toro es inocente!"

Siempre he sentido cariño hacia los animales, pero nunca con uno que fuera de este tipo. Es un ratón de alcantarilla, de esos que andan rondando en el río Querétaro y se comen toda la basurita que encuentran. De los que te llegan a dar "cosa" de sólo verles. ¡Pero es que es taan chiquito! Jamás podría matarle o hacerle daño.

Desafortunadamente hay otras personas que sí lo quieren dañar, cómo el ratoncito es chino libre por la casa, deja cantidades grandes de 'caquitas' por todos lados. Se come los empaques y lo que tengan dentro, muerde las frutas (la pera y el melón son su favoritas), le hace hoyitos al pan, se come los dulces y se lleva las tortillas, ataca los libros y las playeras de algodón... ¡roedor al fin y al cabo!

No entiendo la concepción que tienen algunas personas sobre estos animalitos, llamándoles plaga. Bueno, no quiero decir que en ocasiones no lo sea, pero, ¿no somos nosotros también una plaga muchas veces? El animalito no hace daño, no encuentro razones para matarlo. Es por esto que he optado muchas veces por atraparlo en jaulitas y soltarlo en los terrenos baldíos de la colonia. De alguna forma rara, el ratoncito regresa a la casa constantemente, lo he sacado tres veces y tres veces más ha regresado, por lo que ahora espero atraparlo para llevarlo al río.

miércoles, 9 de junio de 2010

Playing Chess

Monotonía mental


“¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela."
A. Einstein, “La Física de la vida”, Princeton University, 1956.

Nunca se me ha dado muy bien esto de quedarme pensando en estrategias y movimientos, el ajedrez no representaba un peldaño importante en mi vida, ni como estudiante ni mucho menos en lo personal. Sin embargo desde edad temprana se me invitaba a enseñarme el juego del ajedrez. Como a casi todos los niños traviesos e inquietos me llamaban más la atención los juegos más dinámicos y “divertidos”, pues prefería salir a la calle a correr, patear balones, tocar timbres y ganar en las escondidillas.

La primera vez que me obligaron a acercarme al ajedrez me dijeron “Te va a ayudar a la agilidad mental y en las matemáticas”. Grave error, recuerdo que pensé “¿y quién quiere ver un juego aburrido que me va a ayudar en matemáticas si eso no me gusta, tío?”, sólo vi unos dos movimientos y me salí del lugar. Tenía justo 8 años, ese día era mi cumpleaños, había tantas cosas más atractivas por ver y hacer en ese momento que admirar un juego que nadie me explicaba y no entendía en lo más mínimo.

Al llegar al quinto grado salió un juego de playstation que llevaba el simple nombre de “CHESS”, ¡cómo me acuerdo de lo popular que fue! En todos lados se encontraba el bendito juego, los compañeritos del salón de clases lo tenían y comentaban de él, mis primos lo jugaban todas las tardes en casa de mi abuelita; si yo quería jugar con ellos, tenía que aprender. Pero sinceramente no lo hice, preferí entrar al equipo de fútbol y voleyball, pues eran deportes y juegos más atractivos para mí.

Durante la secundaria permanecí quietecita en mis actividades deportivas, pues, para mi gusto eran más “normalitas” que aprender ajedrez para quedarme sentada en una silla durante un rato viendo el tablero como “boba”. ¿Cómo podía alguien aprender cosas de unos simples movimientos de piezas raras? Al contrario, pensaba yo, dentro de mis deportes había posiciones, estrategias y jugadas que me permitían desarrollar habilidades mientras hacía ejercicio. No podía haber algo más completo que eso.

Desde que tengo memoria se me inculcó que los fines de semana eran de fútbol, del box, de baseball, competencias de natación de los primos y de lucha libre, inclusive a la hora de jugar. Al verlo ahora en retrospectiva, mis juguetes eran de esta manera: que si los cochecitos que le gustaron a la niña; las cuerditas para las carreritas; el cuadrilátero de pelea y sus Mascarita Sagrada, Santo y Blue Demon; mira la pelota de fútbol de maripositas para que ya no se aburra en casa de las tías (me parece que no era una niña muy normal ja, ja).

Al comenzar la preparatoria me alejé un poco de los deportes, pues tuve revelaciones y encuentros cercanos con la poesía, escritura y lectura. Amaba, y amo, pasar la tarde plasmando en cuadernitos lo que sentía y pasaba por mi mente, escribir y dibujar. El quedarme un buen rato acompañada de un buen libro y viajar con la mente a todo aquello que se me describía. Sin embargo mis amistades no compartían ese gusto por las letras y la expresión conmigo, al contrario, entraron al taller de ajedrez. Durante 3 largos años, de 7 :00 a 10:30 de la mañana me la pasé viendo a mis amigos jugar ajedrez y jamás les pedí explicación, instrucción o ayuda para comprender el juego.

Al iniciar las clases en la universidad me vi en la forzosa necesidad de aprender ajedrez. Al principio estaba reacia a hacerlo, pues toda mi vida le había huído a este juego. Recuerdo muy bien las palabras del profesor que me motivaron a aprender mientras nos lo describía. “El ajedrez es una batalla, una guerra. Y a la guerra uno sale a ganar”.

Cuando nos fueron explicando las piezas y sus movimientos, la forma de abrir un juego, de dar jaque, coronar y de matar al otro jugador me fui enamorando del ajedrez, ¿cómo había podido permanecer en un monótono y ciego prejuicio sobre este maravilloso baile regocijador del conocimiento?

Cuanto más lo jugaba más comprendía lo equivocada y cerrada que había estado todos estos años, comencé a ver todas las estrategias que se le podían aplicar a este juego, cómo podía usar cada pieza para desarrollar mis tácticas y cómo cada una desarrollaba otra hábil forma de ganar. Poco a poco pude sacar el juego a una realidad más grande y llegué a compararlo con el Futbol Americano, a decir verdad, creo que no puede haber una representación más real del ajedrez que este deporte, en ambas se ve claramente el uso de una macroestrategia llena de planificación, control de los movimientos, autoevaluación y evaluación del oponente.

Ambos tienen piezas claves, jugadas y movimientos que permiten llegar a una meta, ya sea dar jaque mate o un touchdown, que da la satisfacción de ganar la partida. Se me hizo fácil identificar cada pieza perteneciente a ambos deportes: los peones podrían ser bien la línea defensiva o algún Centro al bloquear el paso de los jugadores; la guardia ofensiva podrían ser tanto peones como alfiles, pues se encargan de bloquear jugadas y buscar huecos para el corredor y éste bien podría ser cualquier pieza; los tacleadores ofensivos podrían ser las Torres, pues se encuentran posicionadas en los extremos de la línea y evitan jugadas de carrera y pase; los caballos son perfectos tight ends, pues ayudan a las torres a defender y atacar a la vez; el Quarterback sería el mismísimo Rey, pues el dirige la jugadas de ataque y defensa, incluso si hay necesidad éste sale y ataca. Entre otras posiciones, pues el ajedrez aunque cuenta con menos piezas que el americano, bien cada una podría realizar múltiples funciones.

Así como Vigotsky decía, mi entorno había influido demasiado en ese tipo de aprendizaje que era prejuicioso con el juego, con todas esas percepciones de lo aburrido que podía ser y que no tenía sentido, pues “era sólo un juego de mesa para matar el rato”. Como Ausubel y Bruner podrían bien mencionar, el aprendizaje se presenta en una situación ambiental que desafíe la inteligencia impulsándonos a 'echarle ganas', es decir, sin la disposición de aprender y sin contar con algún guía que te permita o de alguna manera te facilite el llegar a obtener verdaderos conocimientos, no se aprende. Es por eso que al imponerme el ajedrez y ver que no era lo que yo creía, me abrí a la posibilidad de entenderlo (disponibilidad); en conjunto de la ayuda del profesor, a quien por cierto le guardo cariño, admiración y le estoy muy agradecida, logré llegar a un aprendizaje significativo. Debo mencionar también, que como Piaget y Bruner marcaban, logré obtener un aprendizaje un tanto “bajo” del juego, debido a que no me inicié y desarrollé en él desde edad temprana (pues estoy en la etapa de las operaciones totalmente formales), sin embargo la necesidad me llevo a aprenderlo y pasar por esas 3 etapas (ilativa, icónica y simbólica).

Al hacer estas comparaciones aplico una estrategia del tercer tipo, pues logro realizar y trazar relaciones entre ambos juegos, manejando los recursos y conocimientos previos que tenía; gracias al uso de ella se me facilitó comprender, adoptar y creer en los nuevos conocimientos que se me daban, y construir mi propia representación mental del ajedrez, logrando ver que no es un juego del nada aburrido; por el contrario, es fascinante y algo adictivo. Y en efecto, como me decía mi tío cuando era pequeña, está ayudando a desarrollar mejores estrategias y habilidades metacognitivas que cualquier otro deporte que pudiera realizar. Fue una sorpresa enorme cuando terminamos el curso y quedé en el segundo lugar del torneo de ajedrez. Después de años de huir, quedé en una posición bastante respetable para una novata.

Y para terminar cito a Albert Einstein, quien marcó pautas en el aprendizaje y demostró que se puede adquirir y aplicar lo que conocemos a cualquier aspecto de nuestras vidas:

“La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. La imaginación circunda el mundo creando el verdadero conocimiento transformado por medio del pensamiento o voluntad de quien la maneja…La verdadera dificultad, la que ha decepcionado a los sabios de todos los tiempos es esta: cómo hacer de la educación algo lo suficientemente poderoso en la vida para que su influencia resista la presión de las fuerzas psíquicas elementales del individuo."

Referencias y bibliografías:

Valle, A. et al. “Las estrategias de aprendizaje: características básicas y su relevancia en el contexto escolar”, Universidad de la Coruña, España.

Frases de Einstein, A., en “El Arte de la Estrategia”, información obtenida de: http://www.personal.able.es/cm.perez/einstein.htm, el día 22 de Noviembre del 2009, a las 8:23 p.m.

Maldonado Osorio, G. “Paradigmas de Aprendizaje”, tomado de: Curso de Evaluación del Aprendizaje. Universidad de la Salle, http://vulcano.edu.co/~docencia/propuestos/cuersoev_paradig.htm.

sábado, 8 de mayo de 2010

San José Galindo

Les comparto algunas fotos que tomé en la comunidad de Galindo mientras realizábamos una investigación sobre la fiesta patronal del lugar.

Localidad: San José Galindo, San Juan del Río, Querétaro.
Fecha: 14,18 y 19 de Marzo del 2010

Primer evento: Recepción de la peregrinación en la parroquia de San José Galindo.


Segundo evento: Paseo del santo patrono por las calles de la comunidad

















Tercer evento: Charreada en la plaza de toros de la comunidad




Cuarto evento: Jaripeo ranchero profesional y baile


Quinto evento: Quema del castillo y cohetes






Aquí algunas fotos del hotel que se encuentra en la comunidad, el cuál -curiosamente- es el más caro del Estado de Querétaro:













Agradecemos a la comunidad por recibirnos y permitirnos presenciar la fiesta, en especial a los delegados, así como al hotel Fiesta Americana Hacienda Galindo.

¡Saludos!