viernes, 24 de junio de 2011

Costumbres

Siempre lo recibí con los brazos y piernas abiertas, era mi hombre, el hombre, un hombre entre los hombres, mientras que yo era su mujer, la mujer, una mujer para la sociedad.

Sacié su hambre, lavé su ropa, me tendí en su cama, escondí mis arrugas, callé mis penas e ignoré sus errores.

Era su esposa, la amante, la amiga, la madre, la hija, la hermana, la puta, el objeto, el juguete, el olvido… Lo amé, lo amaba, lo amo, lo amaré, lo hubiese amado, lo habré amado, lo he de amar.

Siempre llegaba con los brazos cruzados y la mente cerrada, era EL hombre, y se fue como tal; tenía los brazos y las piernas abiertas, para que él cerrara la puerta al partir.

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