viernes, 27 de abril de 2012

O.C. Desorden


Uno, dos, tres… no, no quedó bien… otra vez, ¿sí? Uno, dos… ¡ARGH! ¡NO! No. Quítate, lo haré sola. Obsérvame con atención, porque no lo volveré a repetir: las cosas tienen un orden, un lugar, y debes ubicarlo todo en ese espacio destinado. Deja de mirarme así, que no estoy loca… ¡Que no estoy loca!


Vamos a intentarlo, solo tienes que seguir tres pasos para acomodar el mundo. Esto evitará que entre en pánico cuando desajustas las almohadas de la cama, mueves las tazas para café al lugar de las tazas para té, mezclas las calcetas blancas con la mitad de las negras, salpiques el suelo cuando te laves las manos, quieras ponerme el cuerno con una fulana sucia en mi impecable y blanca cama, en fin… ahora, así lo tienes que hacer, ¿de acuerdo?

Uno, dos, tres. Así. Sencillo. ¿Viste qué hermoso y cuidado quedó? Así, es como debes dejar el mundo, mi mundo, para cuando yo me sumerja en él. Bonito. Limpio. Hazlo de nuevo, esta vez quiero sigas tú solito los pasos. Anda, son tres.

Te los voy a repetir. Uno: si lo tiras, lo recoges -por supuesto, en su lugar-. Dos: si lo ensucias, lo limpias. Tres: si lo haces en mi cama, te vas a la chingada. ¿Estás listo? Que no me mires así, ya te dije. No estoy loca. Y repítelo, porque no te quedó bien...

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